No olvidaré nunca la primera vez que me tocó. Se levantó de su asiento de cuero azul marino, y con paso muy lento se acercó hasta mí, agarró mi mano para acercarla a su bragueta y me susurró al oído "mira cómo me pones". Mientras sus pequeñas gotas de saliva me salpicaban la oreja y mi mano temblaba al tocar aquello, yo solo podía pensar en salir corriendo del asco que me producía. Pero no pude. Me quedé inmóvil mientras él iba hacia la puerta de su despacho y echaba la llave por dentro. Intenté resistirme cuando me bajó con fuerza los pantalones y la ropa interior, pero fue inútil. Me dio la vuelta, me tiró contra su mesa y me violó (es la primera vez que escribo esta palabra). Cuando terminó, volvió a ser la persona amable de siempre, sacó su pañuelo de tela blanca y, con delicadeza, limpió los chorros de sangre que caían por mis piernas, limpió su semen, me limpió entera, como si aquel pañuelo fuera capaz de limpiar también su conciencia. Me pidió por favor que me vistiera, abrió la puerta y me dio permiso para irme.
Recuerdo perfectamente que, al salir de allí, entre el dolor y el miedo, las piernas casi no me respondían. Tenía solamente 13 años.
Es un relato impactante. Te da pena la pobre niña. Te mando un beso.
ResponderEliminarPocas veces se leen textos tan directos y que dejan pensando en qué decir ante una realidad que golpea tan fuerte y que como dice el título, tortura a quien la sufre.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Gracias. Otro beso de vuelta.
EliminarUfffffffffffffff.... espero que sea literatura... literatura dura pero solo literatura.
ResponderEliminarSupongo que ahora ya no es más que eso. Pero mi tiempo me ha costado.
EliminarUn texto duro donde se desprende el abuso en su más extensa palabra.
ResponderEliminarMentes perversas con estampas delicadas.
Un fuerte abrazo.
Otro de vuelta, guapa
EliminarHola espero que en su día se denunciase este hecho , y cayera todo el peso de la ley sobre ese tipo indeseable , me voy con muy mal cuerpo.
EliminarTe mando un fuerte abrazo.
Estremecedor. De un realismo que duele, ese dolor de impotencia que se siente por dentro.
ResponderEliminarGracias guapa.
EliminarTan duro como real según lo lees, espejo de parte de una sociedad totalmente enferma. Espero que la denuncia se haya hecho y que haya pagado por ello. Es una lacra. Admiro tu valentía por haberlo expresado. Besos.
ResponderEliminarInexplicablemente, los delitos con hacienda no prescriben, pero los delitos sexuales lo hacen a los 10 años. Cuando me atreví a contarlo habían pasado ya 25.
EliminarQue horror.
ResponderEliminarSi me lo permites, te abrazo.***
Gracias
EliminarHola, Sanhoycal:
ResponderEliminarQuizá la tortura está más en el recuerdo del acto que en la brutalidad de éste. Quizá la tortura está en esa violación constante del ánimo inconsciente que conlleva la evocación de haber sido abusada de forma consciente.
Todo mi aprecio, Sanhoycal.
No lo sé, quizás si hubiera pasado solo una vez estaría de acuerdo contigo, pero me estuvo pasando durante cuatro largos años, en los que no fui capaz de pedir ayuda. Yo opino que la tortura era eso, el no ser capaz de decírselo a nadie, de compartir tu dolor con otra persona. Desde el momento en el que yo traté mi trauma con la psicoterapeuta y empecé a poder hablar de ello, o incluso a escribir sobre ello, el trauma se convierte simplemente en un mal recuerdo, del que, por suerte, he sabido salir y avanzar. Y poder contarlo, como si lo que contaras fuera una mera anécdota, es a la vez liberador y sanador. Además creo que en parte es mi obligación poner el tema encima de la mesa, para que nadie se calle y tenga que pasar lo mismo que pasé yo.
EliminarMe alegra saber de la sensación liberadora que sientes al escribir sobre esta tortura que sufriste, Sanhoycal
EliminarNadie podría olvidar algo así. Al menos elegiste continuar con tu vida. Espero que en ella ahora haya mucha luz.
ResponderEliminarMuchas gracias
EliminarNo tengo palabras. Me alegro que puedas contarlo. Poco a poco vaciarás la mochila.
ResponderEliminarGracias. Un beso
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